domingo, 15 de noviembre de 2009

Conversación íntima


Hace mucho tiempo que no hablaba conmigo. Me estaba echando de menos. Me había alejado de mí por esas cosas raras de la simple vida de un adolescente. Aunque para mí, algunas veces no llegue a ser tan simple. Te dejé de lado por varias razones, pero la más importante y simple es que se me olvidé que te tenía tan cerca.

Preferí tomar el autobús de la línea “Colón el Llano” un día jueves, a las 10:30 de la noche, para ir a contarle mis problemas al Giorgio, tú sabes, uno de mis mejores amigos después de ti, por supuesto.

Ese día fue para olvidar. Mis sentimientos me confundían. No sabía si lo que estaba haciendo era lo más correcto. Por un lado tenía a la Cristina haciéndome masajes en los hombros a las 8:15 de la noche en medio de la plaza del barrio y por otro, lejos de ahí, me esperaba la Patricia con esos finos y cálidos dedos, dispuestos a entregarme el mejor de los abrazos reconciliadores. Seguro que ya estarás enterado de que las mujeres siempre han estado metidas en todos mis problemas. Este era uno de ésos. Sólo que un poquito más grande. Ya sabes que es común en mí tratar de no hacer sufrir a las personas que quiero, aun cuando esto implique mi felicidad.

Esta vez fui egoísta. Elegí mi felicidad antes que la de la Paty. Terminé con ella un noviazgo que duro más de 3 años.

La extraño, pero creo que sería peor volver que continuar solo. Sacármela de la cabeza me está costando un poco más de lo que yo había pensado, pero sé que es normal derramar algunas lágrimas por alguien que alguna vez se llegó a amar y que ya nunca más se volverá a tener entre los brazos.

Es raro, pero antes de comenzar a hablarte sentía pena por ella, pero ahora me doy cuenta de que quien realmente está con pena soy YO. Empezar una nueva vida es lo que me queda de aquí en adelante. Sé que será muy difícil estar solo por un tiempo. Tú me conoces. Sabes que necesito tener a alguien a quien entregarle cariño y si ese alguien me falta por mucho tiempo, me daña.


Eres súper raro, te dejo solo un tiempo y dejas la grande. Acaso te tengo que andar cuidando para que no metas la pata. Ya estas harto grandecito para que andes con esas tonteras de cabro chico. Mira la minita que subió. Está súper buena. Le haría la maldad. ¿Que opinas tú?.


Mejor me quedo callado. Si esta es la forma en que me escuchas no vale la pena contarte mis problemas ni aburrirte con cosas que ya sabes. Me las voy a arreglar solo, sin ayuda de nadie. Menos de alguien que no sabe escucharse ni siquiera a sí mismo.

Por suerte ya llegamos al paradero. Aquí me bajo. Adiós.

Fin